
El Evangelio de Tomás —también llamado Evangelio copto de Tomás o Evangelio gnóstico de Tomás— es un evangelio apócrifo que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús de Nazaret. Se ha conservado en un papiro manuscrito en copto, descubierto en 1945 en la localidad egipcia de Nag Hammadi. Existen dudas acerca de su fecha de composición. Algunos de los dichos de este evangelio se asemejan a los de los evangelios canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan; otros eran desconocidos hasta su descubrimiento.
A diferencia de los evangelios canónicos, el de Tomás no adopta la estructura de un relato acerca de la vida de Jesús, sino que contiene sólo dichos (en griego logia) de Jesús enmarcados en las conversaciones que mantiene con varios de sus discípulos. La autoría de la obra es atribuida en un breve prólogo a Dídimo Judas Tomás («dídimo» significa ‘mellizo’): «Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito». Finaliza con el título «El Evangelio según (gr. kata) Tomás».
Unos 17 de los 114 dichos que componen este evangelio coinciden con otros dichos, redactados en griego, encontrados en unos fragmentos de papiro descubiertos en Oxyrhynchus, en Egipto, en 1898. Estos fragmentos se han fechado en torno al año 200, en tanto que el manuscrito copto hallado en Nag Hammadi data de alrededor de 340. Se cree que el manuscrito copto es traducción de un texto griego más antiguo, del que dan testimonio los fragmentos de Oxyrhynchus
Debe distinguirse el Evangelio de Tomás de otros apócrifos o pseudoepígrafos atribuidos al mismo personaje, como los Hechos de Tomás o el Evangelio del Pseudo Tomás (acerca de supuestas cosas que hizo Jesús siendo niño), así como del texto gnóstico conocido como Libro de Tomás el Contendiente.
Hipólito de Roma (muerto hacia 235) hace referencia a un Evangelio de Tomás, del que cita un logion («Quien me busca me encontrará entre los niños a partir de los siete años, pues allí me manifiesto oculto en el decimocuarto eón») que no aparece en el texto de Nag Hammadi, y que se ha relacionado más bien con los apócrifos de la infancia.
También Ireneo (en Adversus haereses, Contra los herejes, 1, 22, 1) menciona un Evangelio de Tomás, pero se cree que hace referencia al Evangelio del Seudo Tomás y no al que aquí nos ocupa.
En el siglo IV es mencionado por Cirilo de Jerusalén, quien en su Cathechesis V afirma que no se trata de una obra de ninguno de los apóstoles, sino de uno de «tres malvados discípulos de Mani». Sin embargo, en este evangelio apenas hay trazas de dualismo maniqueo.