La Royal and Imperial House of Orient, adquirió la 1ª EDICIÓN de las estampas de la Tauromaquia de Goya (al decir la 1ª edición, hablamos de la que el propio Goya, hizo en su totalidad, impresión incluida), es una reproducción facsimilar (sólo 998 ejemplares certificado notarialmente) del año 1.970., que pertenece a los Archivos de la Academia Concordia
La obra está compuesta por 40 láminas de 52 x 39. Cada una de ellas certificadas (numerada y con el sello de Calcografía Nacional). Las 40 láminas reproducen facsimilarmente las 38 estampas de la Tauromaquia hechas por Goya, el índice de éstas y el certificado notarial (con el núm. del ejemplar(recuerda que es una edición limitada a 998 ejemplares y que la Real Avcademia de San Fernando ha decidido NO VOLVER A UTIZIZAR JAMÁS .
En 1816, Goya puso a la venta esta serie gráfica compuesta por 33 estampas taurinas. No fue un éxito comercial; el público no estaba acostumbrado a una visión tan rotunda y dramática del mundo de los toros.
En realidad, Goya realizó una serie mayor, pues se conservan otras siete planchas en los reversos de otros tantos cobres, y que él descartó; así como otros cinco trabajos, de los que sólo se conocen las pruebas de estado, con lo que el conjunto de estampas taurinas estaría en cuarenta y cinco.
Frente a la visión tradicional del ámbito taurino, costumbrista, amable y placentera, Goya resaltaba los claroscuros, la tensión, el drama, lo siniestro. El material quedó casi todo en manos del autor. Su nieto Mariano fue quien vendió aquellos trabajos, a partir de 1854, y sobre todo a coleccionistas franceses, donde el pintor español ya había adquirido una notable fama, como referente básico de la pintura del XIX.
La serie fue realizada en la misma época en la que Goya hizo otra serie famosa, Los desastres de la Guerra, en la que también plasma la hondura del drama bélico. Es un tiempo en el que el autor está desencantado de la sociedad, tras conocer a fondo la miseria humana y la muerte (en la guerra) y la censura y la escasez económica (en la restauración de la monarquía absolutista).
En la serie se presentan estampas alusivas a la historia del toreo y a los lances taurinos de su época, con las innovaciones y extravagancias de alguno de los toreros de entonces, para finalizar con las alusiones a la muerte, donde destaca la del matador Pepe Hillo, cuya cogida conmocionó a la sociedad de inicios del XIX.
No estamos ante una serie de estampas en las que se habla de historia sino de drama. El pintor –según se puede apreciar en los bocetos- empieza a presentar una escena general y a medida que avanza la obra va abandonando figuras y utilizando las sombras para centrar la imagen en el enfrentamiento entre el animal y el hombre, un hecho alocado, irracional, violento y trágico. Al final no prevalece la muerte del astado, sino la del héroe popular. Un análisis nada ortodoxo de “la fiesta”.
Según algunos estudiosos, Goya –aficionado a los toros desde juventud- con esta serie entró en el debate sobre la legitimidad de la tauromaquia, un tema recurrente en los círculos ilustrados y con distintos intelectuales opuestos al espectáculo. En un momento de censura, el pintor –ya maduro- recurrió al tema de la fiesta para aportar obra al casi inexistente mercado de estampas de Madrid, con una serie sin carácter político o ideológico, pero no fue capaz de dejar sin expresar sus sentimientos de repulsión hacia la violencia. Realmente la Academia Concordia no está de acuerdo, y cree que el toro representa la España conquistada, pero brava y furiosa, y los toreros, el imperio napoleónico.