Sunday, September 13, 2009

Mónica Miralles.-


En época de la undécima persecución cristiana por parte del emperador Diocleciano en el año 305 D. C. Constantino y su amigo (y casi hermano) Aureliano parte al lado de su padre el César de Occidente Constancio Cloro hacia las tierras de Hispania, Galia y Britania. Pronto deben enfrentarse con la tribu de los pictus en Britania quienes invadían el territorio romano, separados únicamente por el Muro de Adriano. Antes de esta batalla muere Constancio Cloro, recién nombrado Augusto de Occidente y el ejército nombra a su hijo Constantino su sucesor. Sin embargo debían respetarse los acuerdos impuestos por Diocleciano en su tetrarquìa.

Constantino es nombrado césar, es decir próximo sucesor al trono imperial de occidente y manda a buscar a su esposa, su hijo Crispo y su madre Helena. Es cuando se entera de la muerte de su esposa. Años después se casa con la hija del co-emperador de Diocleciano, Maximiano. El amor entre Constantino y Fausta surge inmediatamente.

Mientras en el resto del territorio romano las luchas internas por el poder no se dejan esperar. Según la tetrarquìa, Galerio y Liciano eran los Augustos y Maximino Daya y Constantino los Césares, pero Majencio (hijo de Maximiano y hermano de Fausta) se alza con el poder en Roma y exige se le nombre como Augusto. Pronto la lucha por el poder romano es sin cuartel. Entre Galerio, Liciano y Constantino firman el Edicto de Tolerancia, primer edicto que les permite a los cristianos libertad de culto. Meses después Galerio muere de dolorosa enfermedad, sus territorios se reparten entre Liciano y Maximino Daya y entre estos dos reanudan su persecución a los cristianos. En este punto todos son Augustos.

Constantino descubre a Maximiano en alta traición, una vez atrapado Maximiano decide suicidarse. Majencio, (hijo de Maximiano y hermano de Fausta) decide aprovechar esta coyuntura y enfrenta a Constantino. Constantino recorre las poblaciones acercándose a Roma, la noche previa a la batalla del Puente Milvio tiene un sueño donde escucha una voz que le indica que sólo con el signo de la cruz (la cruz de los cristianos) puede vencer a Majencio y ganar Roma. Constantino decide aceptar la cruz como su estandarte y efectivamente vence a su enemigo en la famosa batalla. En este momento Constantino es el único Augusto en Occidente y decide aceptar la nueva fe (la de su madre Helena quien es una fiel creyente). Y decide también firmar con Liciano (el Augusto oficial de Oriente) el Edicto de Mediolanum, el cual le da verdadera libertad de culto, poder y beneficios a la nueva Iglesia Católica y decide aceptar ser el mensajero del Dios único.

Constantino y su amigo Aureliano se ven inmersos en una vorágine de creencias e historia, de fe y esperanza cristiana. Aureliano a su vez mantiene un romance ocasional con Fausta, la esposa de su mejor amigo. En medio de este mundo de Cristo Aureliano conoce y se enamora de María un hermosa joven cristiana. Mientras Liciano, vence en batalla a Maximino Daya quedando ambos como únicos Augustos, Liciano para Oriente y Constantino para Occidente. Liciano se casa con la hermana de Constantino y sellan un acuerdo de no agresión el cual nunca es respetado.

Mientras Aureliano se casa con María, la joven cristiana y decide convertirse al cristianismo. Su furtivo romance con Fausta termina y meses después recibe de los padres de María un documento secreto escrito en arameo que se ha mantenido en la familia por generaciones y que no debe ser dado a la luz hasta que así les sea indicado, es la Epístola de Jesús a los Esenios. Aureliano parte con su mujer y sus hijos a Hispania como prefecto de Roma ya que considera que para cumplir la misión encomendada de proteger aquel documento debe mantenerse lo más lejos posible de Constantino y la nueva Iglesia Católica.

Con los años Constantino va adquiriendo mayor poder y apoya y es apoyado por la Iglesia Católica a la que el contribuye a engrandecer. Pronto el poder y alcance de uno y otro es uno mismo. Finalmente después de muchas luchas con Liciano ambos Augustos deben enfrentarse en una batalla final, en la que Constantino vence una vez más a Liciano y esta vez los ruegos de su hermana Constancia, esposa de Liciano, no serán escuchados. Finalmente después de varios meses privado de la libertad, Constantino ordena la muerte de su enemigo y cuñado.

Mientras tanto, surge en oriente una lucha interna dentro de la Iglesia Católica por determinar la divinidad o no de Jesucristo, es tanta las diferencias entre las dos facciones que amenazan con derrumbar la paz en territorio romano, debido a ello y para poner punto final a esa discusión Constantino convoca a un Concilio, el más grande jamás efectuado, es el Concilio de Nicea en 325 d.C.

A este concilio asisten obispos de todas las latitudes y en el se establecerán las bases de lo que posteriormente sería la gran Iglesia Católica, tal y como la conocemos hoy en día. Allí se decide la naturaleza de Jesús, se establece el Credo Niceno (tal como lo conocemos hoy), se fija la fecha del viernes santo y muchos otros puntos. Para esta ocasión tan importante, Aureliano viaja a Nicea para hablar con su amigo y hermano. Y lleva con él La Epístola de Jesús a los Esenios. Al ser testigo del manejo a lo interno de la nueva iglesia y de la influencia de Constantino, Aureliano decide hacer un último intento de salvar la fe. Decide pedirle a un amigo, Pacomio, que le traduzca al griego la carta, para poder enseñársela a Constantino y que el lea directamente (sin necesidad de un traductor) el mensaje de Jesús.

Aureliano regresa en presencia de Constantino en la celebración de las Vicennalias en Histri. Para la celebración de sus veinte años en el poder Constantino ha reunido a toda su familia, es aquí donde se reencuentran Fausta y Aureliano y por una noche vuelven a revivir la pasión que sentían. Aureliano le confiesa que ha descubierto que la antigua relación que mantenía con el ahora la mantiene con el primer hijo de Constantino, Crispo. Fausta lo niega, pero Aureliano está casi seguro de ello. La noche siguiente Aureliano le muestra a Constantino la carta en espera de que el emperador cambie su proceder con relación a la iglesia Católica. Al ver que Constantino no dará marcha atrás Aureliano le informa que se ira muy lejos, esta vez para siempre. Es cuando descubren ambos que el amor que sienten el uno por el otro es un amor más allá de hermano ò amigos, es amor de hombres. Al día siguiente Fausta acusa a Crispo de intentar seducirla y exige la pena máxima para tal ofensa: la muerte. Al verse empujado a una situación comprometedora frente a los miembros del senado y de toda la población, Constantino no puede hacer otra cosa que ordenar la muerte de Crispo. Luego Helena, su madre, le demostraría que Fausta inventó aquello y ciego de dolor la sigue hasta Roma donde ordena que Fausta sea sumergida en agua hirviente hasta morir.

Luego de todo aquello, Aureliano parte junto a su familia a Finisterra y se separa para siempre de Constantino. En la despedida su amigo le confiesa que el sabía del romance de Fausta con él y que ya lo había perdonado hacia muchos años.

Tiempo después Constantino ordenaría destruir aquellos documentos (evangelios, epístolas, etc.) que no pertenecieran al canon de la Biblia, Aureliano más que nunca debe proteger su tesoro, aunque sabe que su amigo nunca le hará daño.

Constantino se convirtió en el único emperador romano, su influencia y poder dentro de la Iglesia y fuera de él, le han dado el derecho a ser llamado: Constantino el Grande. Fue bautizado en la religión cristiana en su lecho de muerte y es hoy en día considerado el 13 avo. Apóstol a pesar de que su periodo se le conoce como “La imperatoria del Sol Invictus”, un Dios pagano de su juventud. Sin él la Iglesia Católica no sería lo que es hoy en día. El mensaje de Jesús en su epístola a los Esenios, permanece hoy en día sin conocer.