Friday, February 02, 2007

CABALLEROS DE LEYENDA: CARLOMAGNO

Fundador del Sacro Imperio Romano Germánico y personaje histórico. Entorno a él se escribieron una serie de leyendas mágicas que crearon una saga de caballeros legendarios similar a la del rey Arturo. Su caballero más famoso fue Roldán el que durante el Renacimiento y en Italia fue llamado Orlando y que inauguró también su propia saga.
La ciudad francesa de Aquisgrán fue su centro y sobre la fundación de la ciudad se cuenta lo siguiente:
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Carlomagno se había casado tres veces y sus tres esposas murieron jóvenes y como aún no tenía descendencia trató de casarse una cuarta vez.
Para ello eligió a la princesa Frastrada, que pasaba por ser la más bella de todo Oriente. Tenía la princesa un anillo mágico de oro que tenia la facultad de que Carlomagno no podría resistirse a los encantos de quien lo llevara puesto. Su propia belleza y el anillo hicieron que el rey se enamorara perdidamente de la princesa y Carlomagno no podía soportar estar lejos de la princesa ni un momento por lo que durante muchos años vivieron felices juntos cuidando de su reino y viendo como este era cada vez más grande y poderoso. Pero la peste llegó al reino de Carlomagno y la princesa Frastrada cayó enferma y murió sin que Carlomagno pudiera hacer nada para impedirlo.
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Las propiedades del anillo no habían desaparecido con la muerte de la princesa que lo llevaba puesto todavía, y aunque la princesa debía ser enterrada en la catedral, Carlomagno se negó a ello, y ordenó que su cuerpo fuera alojado en una estancia del castillo, en la que podía estar junto a su amada muerta cuando quisiera.
El poder del anillo hacía que a pesar de la muerte él siguiera viéndola tan hermosa como cuando vivía. Pasaba los días mirándola mientras su reino se encontraba sin dirección, pues abandonó los asuntos de Estado.
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Tan grave llegó a ser la situación que el obispo Turpin, entró un día en la cámara funeraria y encontró a su señor agotado durmiendo en el suelo. Descubrió el anillo encantado, y como se había enterado del poder de la sortija, lo extrajo del cadáver de la princesa y lo puso en uno de sus dedos.
Cuando Carlomagno despertó se dio cuenta de que la pena que hasta entonces le había atenazado ya había desaparecido. Ordenó que se enterrara a la princesa en la catedral y volvió a ocuparse de los asuntos del Estado.
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Pero empezó a notar algo extraño, en las reuniones volvía la cara hacia el arzobispo Turpin, esperando siempre su consejo y sentía que necesitaba su presencia continuamente. Le parecía que el obispo era el hombre mas bondadoso y sabio de su reino, y no quería separarse de el en ningún momento.
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Turpin se dio cuenta de que aquella dependencia era producto del anillo, y como era un hombre leal a su rey, y no queriendo que el anillo cayera en malas manos, un día marchó a un bosque y encontró en medio de él un hermoso lago. Sin vacilar se quitó el anillo y lo arrojó al fondo de las aguas. El rey seguía bajo el hechizo del anillo y, aunque ya no lo tenía ningún ser humano, el rey no descansaba, no podía concentrarse en su trabajo y se sentía desasosegado.
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Una mañana salió de caza con sus monteros, esperando que el ejercicio físico le permitieran mejorar su salud. Ya en el bosque se separó sin advertirlo de sus acompañantes. Llegó a un claro donde había un hermoso lago y al contemplar las tranquilas aguas quedó fascinado por la belleza del lugar. Allí se quedó, imaginando que construiría un castillo y la más rica iglesia que jamás hubiera existido. Aquel castillo sería Aquisgrán que se convertiría en la capital de su reino y de la que ya nunca saldría Carlomagno.